La asociación Langreanos en el Mundo homenajea en la Torre de la Quintana de Ciaño a Ángel Peña y Borja Carbajo, emigrantes por motivos de trabajo en México y Chile
La sensación es la misma. Dan igual los años. No hay mejor cosa que volver a casa por Navidad. Sea después de cinco meses viviendo en Chile, como Borja Carbajo, o de 38 años entre Madrid y México, como Ángel Peña. Por eso, la asociación Langreanos en el Mundo, con la vicepresidenta Rosa Roces ejerciendo de afintriona, rindió ayer un pequeño homenaje a estos dos langreanos en la Torre de la Quintana de Ciaño, sede del colectivo.
Borja Carbajo, con apenas 27 años, decidió poner rumbo a Santiago de Chile. Por dos motivos: trabajo y amor. Este técnico superior en instalaciones electrotécnicas emprendió la aventura de irse junto a Flor, una chilena que le cautivó y que conoció durante un curso en Valnalón. «Estuve cuatro meses haciendo un proyecto en una empresa y tengo la expectativa de seguir ahora cuando regrese. Trabajé en lo mío y eso es importante. Aprendí mucho y sumé cosas importantes a la experiencia que tenía de haber trabajado cuatro años en Arcelor», señala Carbajo. Este joven natural de Sama señala que existe un gran número de españoles en Santiago y que ya ha encontrado a varios langreanos. «Me vendría muy bien conocerles para que me asesoren y me ayuden a encontrar trabajo. Nunca se sabe donde se puede encontrar una oportunidad porque en Asturias no existen», comenta Carbajo.
Ahora, en su vuelta, disfruta de la familia, los amigos, la comida y las pequeñas cosas que se aprecian de Asturias desde la distancia: «Son gente muy amable y encantadora y los asados y la carne están muy ricos, pero no es lo mismo».
Ángel Peña regresa cada año desde México junto a su esposa María de los Ángeles Vázquez. En 1974 puso rumbo a Madrid y en 1993 a México. Peña nació en el barrio de El Puente y no duda cada año en hacer una pequeña visita a sus raíces. Aunque en esta ocasión fue un poco accidentada. «No he tenido tiempo a ver nada. Lo primero que tuve que hacer es ir a visitar a mi cuñado al Hospital de Riaño porque había sufrido un infarto», comenta.
El paso de Duro Felguera a una compañía francesa le hizo cambiar de aires. Desde entonces no le ha ido mal y ha fijado su residencia en México junto a sus tres hijos y cuatro nietos. Además, con su hijo mayor tiene una empresa de ingeniería que se dedica al sector siderúrgico. Por eso, desde la distancia da su consejo para la recuperación de las cuencas mineras de Asturias: «Langreo tiene una tradición industrial muy fuerte y creo que se debe seguir por ese camino pero haciendo las cosas de manera distinta. La siderurgia se fue y la minería se está yendo. Hay que traer cosas nuevas y trabajar muy duro y fuerte».